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Salmos 89 - La Biblia Castilla 2003 bible

Salmos 89

¹Maskil. De Etán el ind gena.

²El amor del Se or quiero cantar por siempre, anunciar tu lealtad por las generaciones.

³Yo puedo bien decir: "Tu amor está por siempre establecido y afirmada en el cielo tu lealtad".

⁴Yo hice con mi elegido una alianza, he jurado a David, mi servidor:

⁵Yo establezco por siempre tu semilla y te construyo un trono, por las generaciones. Selah

⁶Los cielos te dan gracias, Se or, por tus portentos, y por tu fidelidad, la asamblea de los santos.

⁷¿Quién podr a en los cielos compararse al Se or? ¿Quién podr a igualársele entre los hijos de los dioses?

⁸Dios temible en el consejo de los santos, terrible para cuantos te rodean.

⁹Se or, Dios de los ejércitos, ¿quién hay potente como tú, oh Yahveh, con tu fidelidad en torno a ti?

¹⁰Tú dominas la furia de los mares, sus olas engre das, tú las haces callar;

¹¹tú aplastas a Ráhab como un cadáver, con tu brazo poderoso dispersas a tus enemigos.

¹²Tuyo es el cielo, lo mismo que la tierra; el orbe y su plenitud, eres tú quien lo ha fundado:

¹³tú creaste norte y sur, el Tabor y el Hermón exultan en tu nombre.

¹⁴Tienes brazo con denuedo de guerrero, tu mano es esforzada, tu diestra se levanta.

¹⁵Rectitud y justicia son las bases de tu trono, amor y lealtad preceden tu presencia.

¹⁶Dichosa la nación experta en aclamar, que camina, Se or, a la luz de tu presencia.

¹⁷En tu nombre se goza todo el d a y en tu justicia se realza.

¹⁸Tú eres, en efecto, la gloria de su fuerza y por tu amor levantas nuestra frente.

¹⁹Del Se or es nuestro escudo y del santo de Israel es nuestro rey.

²⁰En visión hablaste un d a a tus amados, y dijiste: "Yo pongo mi asistencia sobre un héroe, yo realzo del pueblo un elegido:

²¹he encontrado a David, mi servidor, y con óleo sagrado lo he ungido.

²²Mi mano será firme en su favor, mi brazo le dará la fortaleza:

²³ni habrá de avasallarlo el enemigo, ni el hijo de maldad podrá humillarle.

²⁴Postraré delante de él sus opresores, heriré al que lo odie;

²⁵mi lealtad y mi amor están con él, y en mi nombre podrá erguir su frente.

²⁶Sobre el mar pondré su mano, sobre los r os, su derecha.

²⁷Él me invocará: Mi padre eres tú, tú mi Dios y la roca de mi triunfo.

²⁸Yo le haré, además, el primogénito, el mayor de entre los reyes de la tierra.

²⁹Le guardaré mi amor eternamente y mi alianza será con él leal.

³⁰Yo establezco por siempre su semilla, su trono, como los d as de los cielos.

³¹Si sus hijos se apartan de mi ley y no siguen mis juicios,

³²si profanan mis mandatos y no guardan mis preceptos,

³³castigaré sus rebeld as con la vara, sus maldades, con azotes.

³⁴Mas no retiraré de él mi favor ni fallaré a mi lealtad;

³⁵jamás profanaré yo mi alianza ni cambiaré lo dicho por mis labios.

³⁶Una cosa he jurado en santidad: que a David no he de mentir.

³⁷Su estirpe durará perpetuamente, su trono, como el sol en mi presencia;

³⁸estará por siempre firme, cual la luna, un testimonio fiel en el espacio". Selah

³⁹Pero tú le has desechado y despreciado, te has airado con tu ungido,

⁴⁰has burlado la alianza de tu siervo, profanado por tierra su corona.

⁴¹Tú has llenado de brechas sus vallados, convertido sus fuertes en escombros:

⁴²los transeúntes todos lo despojan, reducido al escarnio de vecinos.

⁴³Tú realzas la diestra a su opresor y das pasto de gozo a su enemigo:

⁴⁴tú dejaste embotar el filo de su espada y no le haces aguantar en el combate.

⁴⁵Tú le has hecho cesar en su esplendor y has tirado su trono por el suelo.

⁴⁶Acortaste sus d as de vigor, le dejaste cubrirse de deshonra. Selah

⁴⁷¿Hasta cuándo, Se or? ¿Te ocultarás por siempre? ¿Arderá tu rencor igual que el fuego?

⁴⁸Recuerda: ¿Cuánto duro yo? ¿Para qué precario fin has creado a todos los hijos de los hombres?

⁴⁹¿Quién habrá de vivir sin ver la muerte, escapar del dominio de seol?

⁵⁰¿En dónde están, Se or, tus favores de otro tiempo, que juraste a David en lealtad?

⁵¹Ten en cuenta, Se or, los ultrajes de tus siervos - los de numerosos pueblos que yo aguanto en mi seno -,

⁵²los ultrajes que infligen, Se or, tus enemigos, cómo ultrajan las huellas de tu ungido.