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Nahún 2 - Sagrada Biblia — Universidad de Navarra, 2016 bible

Nahún 2

¹[10] Mirad sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz. Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, que no volverá más a pasar por ti Belial: ha sido del todo aniquilado.

²Contra ti sube un agresor: «Monta la guardia en la fortaleza, vigila los caminos, cíñete la cintura, ármate bien de fuerza».

³[12] Porque el Señor devuelve la majestad de Jacob, la majestad de Israel: unos salteadores habían asolado y arrancado sus sarmientos.

⁴[13] Rojos son los escudos de sus guerreros, de escarlata van vestidos sus soldados, de fuego refulgen los hierros de sus carros el día que se aprestan para el combate blandiendo las lanzas.

⁵Por las calles corren enloquecidos los carros, con estruendo de ruedas por las plazas, parecen antorchas que zigzaguean como relámpagos.

⁶Se arenga a los capitanes, que tropiezan en sus carreras; se apresuran hacia las murallas, se organiza la cobertura de escudos.

⁷Se abren las compuertas de los canales, cunde el pánico en palacio.

⁸[14] La gran Señora es desnudada, llevada fuera, sus sirvientas gimen como palomas, dándose golpes de pecho.

⁹Nínive es como una alberca de aguas, de aguas que se escapan. «¡Deteneos, deteneos!». Pero nadie se vuelve.

¹⁰«¡Saquead la plata, saquead el oro!». Las reservas no tienen fin: hay toda clase de objetos preciosos.

¹¹Desolación, expoliación, devastación, corazones desfallecidos, temblor de rodillas, convulsión de las caderas, los rostros de todos están enrojecidos.

¹²[15] ¿Dónde está el antro de los leones, el cubil de los cachorros, adonde iba el león a cuidar a los leoncillos sin que nadie los asustase?

¹³El león hacía presa según necesitaban sus cachorros, y mataba para sus leonas, y llenaba de presas sus cavernas y de animales despedazados sus guaridas.

¹⁴«¡Aquí estoy Yo contra ti! —oráculo del Señor de los ejércitos—. Prenderé fuego a tus carros, los reduciré a ceniza; la espada devorará tus cachorros; pondré fin a tus rapiñas en la tierra, y nunca más se oirá la voz de tus enviados».